El Camino Francés
Es el itinerario más reconocido internacionalmente y más transitado por peregrinos de todo el mundo. Su consolidación es producto de la labor de promoción que este recorrido realizada desde la Edad Media por monarcas como Sancho III o Alfonso VI y también de la influencia de la guía medieval del Camino por antonomasia: el libro V del Códice Calixtino, atribuido al francés Aymeric Picaud. Esta obra tenía por finalidad facilitar información para llegar a Santiago, favoreciendo el fenómeno de la peregrinación a través de la información que proporcionaba a los que emprendían rumbo a tierras compostelanas.
En el siglo XX el Camino Francés vivirá una auténtica recuperación en la que jugarán un papel esencial la celebración de los Años Santos Xacobeos (aquellos en los que el 25 de julio cae en domingo) y la labor de personajes como Elías Valiña Sampedro, el “cura del Cebreiro”, un adelantado a su tiempo que participó activamente en el redescubrimiento de esta ruta jacobea, intuyendo su potencial de atracción de millones de personas y dejando su inconfundible huella en las flechas amarillas que él mismo inventó y que se convirtieron en la señal reconocida internacionalmente de este Primer Itinerario Cultural Europeo.
El Camino Francés, a través de sus cuatro etapas que transcurren íntegramente por tierras lucense nos regala algunas imágenes icónicas de la Galicia interior: el pueblo de O Cebreiro, con sus inconfundibles cumbres, sus singulares pallozas y su santuario prerrománico donde se guardan las reliquias del Santo Milagro, el monasterio benedictino de Samos, con orígenes en el siglo VI, el casco antiguo de Sarria; con las iglesias del Salvador o el Convento de la Magdalena, la iglesia de Barbadelo, la localidad de Portomarín y las iglesias románicas de San Nicolás y San Pedro, el castro de Castromaior o la iglesia de Vilar de Donas, en Palas de Rei, situada en las proximidades del Camino.