La Muralla de Lugo

Muralla de Lugo

 

Un gran anillo de piedra nos recibe a nuestra llegada al casco histórico de Lugo. Aquí, en las cotas más altas de la ciudad, una imponente muralla romana se alza imperturbable al paso del tiempo.

Construida entre los siglos III Y IV de nuestra era, en un momento convulso para el imperio romano, la muralla constituye un auténtico modelo desde el punto de vista constructivo, ya que en su diseño se siguieron los cánones marcados por uno de los principales tratados de arquitectura de la época.

La estructura de la muralla, situada originalmente entre un foso y un pasillo interior o intevallum, junto con los materiales empleados en su construcción, la convirtieron en un elemento de defensa perdurable en el tiempo y prácticamente imbatible. El diseño constructivo, a base de una sucesión de cubos semicirculares y cortinas, junto con un ingenioso sistema de escaleras de acceso, hacían de Lugo una ciudad preparada para resistir ante cualquier ataque.

Con la llegada del siglo XIX, la expansión demográfica y urbanística de las ciudades dio lugar a la construcción de ensanches que supusieron la demolición de las murallas que encerraban los núcleos históricos. Esta expansión, sin embargo, no afectó a la muralla de Lugo, que se fue adaptando a los cambios de la ciudad mediante la apertura de diferentes puertas que daban acceso a nuevos servicios y zonas emergentes de la urbe, circunstancia que permitió la conservación del monumento hasta nuestros días.

Actualmente, la muralla cuenta con diez puertas que permiten entrar y salir del casco histórico de la ciudad. De estas puertas, cinco se consideran originales de época romana. Igualmente, de los 85 cubos que inicialmente rodeaban la muralla, se conservan 63, entre los que destaca la emblemática torre de A Mosquera, que conserva dos ventanales originales. No obstante, a pesar de los cambios que evidencian una constante adaptación de la muralla a los nuevos tiempos, el monumento sigue conservando íntegro su perímetro, circunstancia que lo hace único en el mundo.

La Muralla de Lugo fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad en el año 2000, un reconocimiento a su significado y a su trayectoria como testigo de excepción en el desarrollo histórico y urbanístico de la ciudad que ha crecido y evolucionado bajo la sombra de un monumento concebido para la eternidad.

Hoy la muralla sigue jugando un papel esencial en la ciudad de Lugo, aunque su función social ha sustituido a la defensiva, convirtiéndola en una realidad inseparable de la vida cotidiana de todos los lucenses.