Sargadelos: el sueño de un visionario hecho realidad

En los últimos años del siglo XVIII, en la tradicional Galicia agraria comienzan a despertar los primeros proyectos de industrialización. Es en este momento cuando se hacen visibles los primeros cambios que traerá consigo el Siglo de las Luces, innovaciones que conseguirán materializarse gracias a la labor de personajes como Antonio Raimundo Ibáñez, comerciante asturiano nacido en los Oscos que encarna la figura del perfecto ilustrado. Este adelantado a su tiempo consigue convertir la parroquia de Santiago de Sargadelos, en el municipio de Cervo, en un auténtico referente de la industria española de la época.

Las primeras noticias del complejo industrial de Sargadelos datan de 1788, momento en que se construye una fábrica de ollas, planchas y clavazones de hierro obtenidas por el procedimiento de fundición. Sin embargo, la actividad de la fábrica pronto se reorientaría hacia el mercado militar, concretamente al Estado, mediante la producción de armamento y municiones. La frenética actividad de la factoría convertiría su alto horno, empleado para el colado del hierro, en un auténtico referente en producción a nivel nacional. En esos años, Sargadelos se convertía entonces en la Real Fábrica, cuya labor trataría posteriormente de diversificar su fundador mediante la producción de textil, vidrio y cerámica tipo Bristol. Fue precisamente esta última la que consiguió que el nombre de Sargadelos se perpetuara en el tiempo hasta nuestros días.

Acusado de afrancesado, Antonio Raimundo Ibáñez fue ajusticiado durante los episodios de la Guerra de Independencia que tuvieron lugar en Ribadeo el 2 de febrero de 1809. Con su fallecimiento, nacía el mito del personaje que encarnó a la perfección los ideales de toda una época.

Tras su muerte, su legado pasó a manos de su hijo, José Ibáñez Acevedo, que reorientó la fábrica hacia la producción artística. La loza de Sargadelos empieza entonces una evolución que nos llevará a distinguir entre cuatro épocas que acompañarán a las generaciones que sucederán a su fundador hasta el cierre de las fábricas, en 1875.

En los años 50 del siglo XX, el personaje de Isaac Díaz Pardo será clave para la resurgir de Sargadelos. Formado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se instala con su mujer en O Castro de Samoedo, en Sada, donde pone en marcha un proyecto de diseño que aúna arte e industria. Nace así el Laboratorio de Formas de Galicia, un auténtico proyecto de recuperación de la identidad gallega que se forjará también gracias a la labor de ilustres gallegos exiliados en Argentina durante la época como Luis Seoane. Las fábricas de Cervo, integradas en el conjunto histórico- artístico de Sargadelos, continúan en activo hoy en día perpetuando los conceptos de diseño y tradición que envuelven uno de los iconos de la identidad lucense.

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