El vino de los héroes

Entre el sur de la provincia de Lugo y el norte de la Provincia de Ourense, en las vertiginosas laderas de los profundos valles fluviales del Miño y del Sil, se produce un vino con nombre de paisaje.

Es aquí, en el corazón de la Ribeira Sacra, donde la mano del hombre, el clima, la geografía y las características del suelo se confabulan para crear las condiciones óptimas que dan lugar a unos caldos con personalidad arrolladora.

Según la leyenda, el origen del vino de la Ribeira Sacra se remonta a la romanización aunque será en la Edad Media, de la mano de las numerosas comunidades religiosas que se asentarán en el territorio, cuando su producción se consolide.

En la actualidad, la viticultura se considera una auténtica forma de vida y un verdadero motor de desarrollo económico del territorio. Desde el año 1996, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribeira Sacra trabaja para garantizar la calidad del producto y su origen, además de realizar una promoción que ha permitido el reconocimiento internacional de estos caldos y con él, la proyección de un territorio que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad.

La Denominación de Origen Ribeira Sacra se extiende por una superficie de unas 2500 hectáreas en 12 municipios de la provincia de Lugo y 8 de la provincia de Orense. Los diferentes matices geográficos y climáticos de estas localidades se plasman en el reconocimiento de diferentes subzonas de producción: Quiroga- Bibei, Ribeiras de Sil, Amandi, Chantada y Ribeiras do Miño.

En el territorio amparado por la Denominación de Origen se cultivan variedades de uva autóctona distinguiendo entre variedades preferentes tintas y blancas y tintas autorizadas. No obstante, la uva Mencía es la más cultivada y su nombre se identifica plenamente con los vinos de la Ribeira Sacra.

La estructura de cultivo de viñedo en bancales que alcanzan pendientes del 100% en los valles del Sil, es una característica que nos permite referirnos el territorio como un paisaje cultural, donde la dificultad añadida por el desnivel del terreno hace de la viticultura un trabajo prácticamente manual, sólo aliviado por el sistema de raíles que se han instalado en algunas parcelas. Una labor heroica que además ha contribuido a crear un lugar donde la belleza es símbolo de identidad.

Ríos, arte, viñedos, hombre y paisaje, una combinación perfecta en esta joya de la Galicia interior que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad.

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