Souto da Retorta: el bosque de los gigantes

En la parroquia de Chavín del municipio mariñano de Viveiro encontramos una soberbia y singular formación botánica: el Souto da Retorta o eucaliptal de Chavín. Este bosque, cuya plantación se inició en torno al año 1880, se alza en el entorno ya próximo a la desembocadura del río Landro en la ría de Viveiro, espacio integrado en la Red Natura 2000 como Zona de Especial Conservación.

En el pasado, los terrenos que hoy ocupa este eucaliptal centenario albergaron algunas de las más míticas factorías de la historia de Viveiro: el complejo industrial Barro- Chavín, propiedad del mindoniense precursor de la industria automovilística gallega, José Barro González. Este reconocido e innovador empresario, quien por 35.000 pesetas de la época adquirió la antigua fábrica de lienzos, velámenes y lonas Bassols y Compañía, fundó aquí su particular imperio formado por una fábrica de luz, y, posteriormente, tejidos, carrocerías y recambios cuya pujanza situaría a Viveiro en el mapa de la Galicia industrial.

Las constantes inundaciones que sufría este lugar debido a las frecuentes crecidas del río, afectando a la actividad diaria de las fábricas, derivaron en la necesidad de plantar eucaliptos que ayudaran a drenar el terreno. Fue así como poco a poco se fueron plantando los aproximadamente 600 eucaliptos que componen el Souto da Retorta, algunos considerados actualmente como los más grandes de Europa por sus sobrecogedoras dimensiones. Entre todos estos ejemplares sobresale el popularmente conocido como “El Abuelo de Chavín”, grandioso eucalipto que sobrepasa los 60 metros de altura y que alcanza un volumen de 73 m3.

El eucaliptal de Chavín fue declarado en el año 2000 Monumento Natural y está incluido en el catálogo de árboles singulares de Galicia como formación singular. Sus sencillos accesos nos invitan a adentrarnos en este espacio natural para cruzar sus puentes, recorrer los caminos paralelos a sus canales hasta la cascada del salto do can, cargarnos de energía y dejarnos sorprender a cada paso por un auténtico milagro de la naturaleza.

 

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